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¿Qué pasaría sino pudiésemos reconocer los rostros de nuestros conocidos?

Nuestro cerebro destina un área bastante grande y de alguna manera más protegida para el reconocimiento de los rostros, esta función cerebral es tan importante que el no poder hacerlo puede ser un verdadero drama para la vida social y familiar de cualquier persona.

Al trastorno relacionado con la falla o alteración para reconocer rostros y también objetos se le conoce como prosopagnosia, los pacientes con este tipo de problema pueden compensar el defecto mediante el uso de caracteres externos, como el pelo o la ropa, o de pistas no visuales como la voz, para reconocer a un familiar u otra persona conocida.

Las personas con prosopagnosia son conscientes de las dificultades sociales que ella les acarrea. Así también, existen enfermedades neurológicas que se acompañan por un dificultas en el reconocimiento de caras como son la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades degenerativas, sin embargo también se presenta en ausencia de un trastorno cognitivo específico.

Este problema puede ser severo en algunos casos, ya que hay personas que no reconocen ni siquiera su propia cara en el espejo. La mayoría de estos casos pueden distinguir una cara de objetos, pero no pueden reconocer la identidad de un rostro conocido y tampoco pueden aprender a reconocer rostros nuevos, limitando por ello su vida social.

La prosopagnosia cuando es adquirida se encuentran lesiones en la corteza cerebral occipito-temporal ventral, involucrando los giros cerebrales lingual y fusiforme y en la mayoría de los casos abarcan ambos hemisferios, aunque también puede ser de un único hemisferio como el derecho y de manera extensa. También podría ser congénita y en estos casos, la dificultad para el reconocimiento de caras se presenta desde la temprana infancia y no está asociado con lesiones cerebrales.

Se han distinguido dos tipos de prosopagnosia, la llamada aperceptiva y la de tipo asociativo. La primera corresponde a un problema en la percepción o identificación de caras por causa de una alteración en los receptores de su reconocimiento, el segundo tipo es por un problema en la conexión entre la percepción de los rostros y la memoria sobre ellos. Para poder estudiar estos casos, se utiliza una prueba neuropsicológica llamada el Test de Reconocimiento de Caras de Benton, sin embargo para realizar el diagnóstico basta realizar un buen interrogatorio clínico y las referencias del paciente o familiares.

Para poder distinguir entre ambos tipos de prosopagnosia, la aperceptiva o la asociativa se puede hacer mediante este Test de Benton, ya que cuando el puntaje de evaluación es bajo, esto corresponde a un tipo aperceptivo, en cambio cuando el puntaje de la prueba es normal, pero la persona tiene el problema, se trata de una prosopagnosia de tipo asociativa.

Por último y no menos importante, el poder seguir estudiando el rol del reconocimiento facial y de sus características, así como de las expresiones emocionales es clave para comprender una parte importante del comportamiento humano en cada etapa de su desarrollo y en enfermedades crónicas.

Espero este artículo le haya sido de utilidad.

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Referencias.

Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias, Enero-Diciembre, Vol.15, Nº1, pp. 31-62

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Cordialmente,

Efrain Freyre MD. Psic. MSc.

Médico-Psicoterapeuta

CEO y Fundador de Atulado

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