Por Enrique Perez, Psicólogo del Centro Psicológico Atulado
Es muy probable que hayas escuchado esta frase en numerosas oportunidades y lo primero que hayas pensado sean ideas cercanas a “cordialidad”, “cortesía”, consideración etc. De hecho, es lo que normalmente significa esta frase, sin embargo pensemos por un momento ¿Qué pasaría si lleváramos esta frase a un nivel extremo donde siempre y sin importar la situación – o de quien se trate – actuáramos así?
Bueno, quizá alguna vez hayas decidido comportarte de una forma que es socialmente aprobada en buena parte de los contextos pero que, aun así, te percatas de que hay algo que no encaja muy bien y de que hubiera sido mejor haber actuado diferente; más aún cuando ya no es primera vez que te sucede.
Por lo que parece, frases como esta, centradas en valores, también pueden interpretarse desde una perspectiva rígida e inflexible debido a ciertas creencias y formas peculiares de pensamiento. Por ejemplo:
Es verdad que pensar primero en el bienestar de los demás, puede entenderse como una señal muy grande de consideración, no obstante, ¿Tendrá uno que estar siempre postergándose y priorizando las necesidades ajenas? Y ¿pensar primero en uno mismo, ocasionalmente, será evidencia de que uno ha actuado como “persona egoísta y monstruosa”?
Por otro lado, vale agregar eso de no causar incomodidad en los demás, idea muy arraigada y que con frecuencia es tomada al pie de la letra, ¿Qué tan lejos tendrías que llegar para “evitar” que eso ocurra? Y ¿Qué tan culpable seria uno de la frustración del otro como consecuencia de priorizarse?
Y por último, la creencia acerca de que hay que estar muy preocupado por ser juzgado negativamente y que hay que evitarlo a como dé lugar. Con esto, surgen nuevas preguntas: ¿Sera posible que todos – incluyendo a nosotros mismos – estén satisfechos con nuestra elección? y ¿siempre será más importante la opinión de los demás que la de uno mismo?
Vamos por partes, si bien pensar primero en el bienestar de los demás puede estar bien visto socialmente, hacerlo, significaría que uno tendría que posponer o sacrificar algo que uno desea, en favor del otro. Existen ocasiones donde esto puede ser sano para fomentar una buena relación con los demás; sin embargo, no siempre serán más importante las “necesidades” o las “urgencias” del otro.
Igualmente, con respecto a eso de no causar incomodidad en los demás, es algo que como idea está muy bien, sin embargo, en el mundo real, es muy probable que tengas que elegir entre evitar el malestar ajeno o el tuyo, lo que hace que uno se pregunte ¿estaré dispuesto a ceder siempre? Y ¿tendrá el otro el mismo nivel de conciencia sobre mi frustración del que yo tengo sobre el suyo.
Y en cuanto a eso de que hay que estar muy preocupado por ser juzgado negativamente solo vale agregar que la opinión de los demás es una variable muy difícil de controlar, ya que sin importar lo que hagas, ellos tendrán su opinión personal acerca de ti, de los demás y de lo ocurre mundo y no necesariamente pensarán en la forma en la cual tú demandas que lo hagan. Tu preocupación extrema acerca de ser juzgado negativamente no te dará ningún poder sobre cómo ellos piensan.
Finalmente, vale añadir que, si uno es calificado de monstruo egoísta por priorizar ocasionalmente sus intereses o de débil – por siempre priorizar a los demás, es porque la gente suele emitir juicios en base a su escala personal de valores acerca de cómo deberían de actuar los demás; por otro lado, si una persona expresó su frustración luego de que tú decidiste priorizarte, es principalmente una consecuencia de que las cosa no salieron como quiso y; por último, si bien puede resultar molesto ser juzgado negativamente, lo es más, la sensación de insatisfacción luego de que reiteradamente volviste a postergarte en favor de “necesidades” ajenas.