Te has preguntado a veces a ti mismo u otras veces con las personas más cercanas que tienes, ¿por qué nos cuesta reconocer los logros de otros o por qué tendemos a reducir el impacto de nuestras palabras cuando ofendemos a nuestra pareja o por qué podemos negar inclusive que nuestro hijo(a) tiene un problema cuando todos lo ven menos nosotros mismos?
Será entonces por ejemplo, si hablamos de nuestra sociedad, que nos cuesta mucho reconocer lo positivo, lo que se está haciendo bien, y más bien vemos el detalle o el error cometido con una mayor facilidad?, Aquí entonces, ¿Qué estamos haciendo?
La Descalificación como tal vendría ser el intento de mantener nuestro cuadro de referencia y nuestra estructura programada y aprendida desde niños, es decir nuestro “status quo” y todo esto para continuar ejerciendo una coerción sobre la otra persona o a veces quizás para continuar haciendo un papel de víctima. Lamentablemente entonces, la Descalificación nos pone siempre en una posición no muy adecuada al menos desde un enfoque psicológico.
Para dar algunos ejemplos puntuales, entonces si un padre o madre de familia, cuando su hijo hace algo positivo y que implica un desarrollo para él y lo hace por primera vez, como por ejemplo, dejar el pañal, dejar de llorar cuando va al colegio, terminar su comida, aprobar bien un curso difícil, etc y lo tomamos como algo “normal” o simplemente como si “debería hacerlo” entonces estamos Descalificándolo y precisamente en su habilidad para haber logrado eso.
Igualmente y si lo llevamos al ámbito laboral, la relación jefe-subordinado puede tornarse muy gratificante cada vez que el primero reconoce el esfuerzo del segundo y lo felicita cuando logra o supera el objetivo conversado inicialmente o contrariamente también podrían cometerse muchas Descalificaciones, inclusive muy sutiles cuando no se toma en cuenta el factor humano, no se le escucha o cuando se subestiman las habilidades de éste o simplemente con decirle “esto que me cuentas, no tiene solución”, estaremos haciendo una Descalificación en torno a la posibilidad de cambio.
A todo esto, entonces, ¿Por qué no solamente nos podríamos dedicar a reconocer lo bueno y positivo y evitamos la crítica destructiva y con todo esto la Descalificación? Esto se podría lograr si a nosotros mismos también nos enseñaron a hacerlo, entonces aquella persona que tiene dentro de su estructura o “forma de ser” el brindar caricias positivas será así porque sus padres utilizaron este modelo de formación y lo contrario, cuando somos muy criticones con nuestros hijos o nuestra pareja, entonces debemos hacernos esta pregunta ¿Cuál de nuestros padres también es así?
Y para darle un mejor sentido a todo esto y resumirlo en algo positivo, entonces la pregunta sería ¿Es posible mejorar? Y cómo hacerlo?
Claro que sí es posible, y así como aprendimos a Descalificar inconscientemente, primero se tiene que lograr interiorizar esto, es decir preguntarnos a nosotros mismos si es que somos Descalificadores y en qué momento lo hacemos y con quiénes principalmente?, luego debemos pensar en el efecto que esto está ejerciendo sobre la otra persona y el por qué es que no hemos logrado hasta ahora lo que nosotros realmente estamos buscando en ella, una vez que hemos hecho esto, pasamos a tomar consciencia de nuestra habilidad para accionar, es decir para que poco a poco pasemos de “no descalificar” a luego enseñarnos a dar una “caricia o estímulo positivo”, esto es un proceso lento pero a la vez muy efectivo. A todo esto en el proceso puede ser necesaria la ayuda de un profesional que nos enseñe formas de hacerlo y lograrlo.
- Efrain Freyre
- Médico-Psicoterapeuta
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