Por Lorena Medina, Psiçóloga del Centro Atulado.
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Con el paso del tiempo y normalmente sin que haga falta mucho, la realidad se impone y las idealizaciones rara vez sobreviven al filtro de la realidad. La persona que supuestamente debía responder con un tipo de actitud o comportamiento concreto se revela como un ser humano imperfecto, con sus virtudes y sus defectos. Estos defectos parece que se amplían con el paso del tiempo, llevándonos a situaciones que antes nos agradaban y ahora nos empiezan a molestar.
Quien idealiza a una persona puede terminar frustrándose debido a que las expectativas tan altas que tenemos en un inicio de la relación van cambiando cuando nos damos cuenta que hemos creado un personaje a partir de la persona amada. A medida que la relación romántica se va desarrollando, la idealización de la pareja se va mitigando, dando paso a un escenario diferente en la relación.
Según Erich Froom, si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingeniería.
El amor en pareja
En las relaciones amorosas, los miembros de la misma pueden percibir el amor de distinta forma a como lo percibe su pareja. Por ejemplo, uno de los miembros de la pareja puede ser más tendente al amor infantil, siguiendo el principio “amo porque me aman”. En cambio, el otro miembro de la pareja puede ser más propenso a un amor maduro, obedeciendo al principio “me aman porque amo”.
Las relaciones cimentadas en el amor inmaduro suelen estar formadas por personas que aman porque necesitan tener a la otra persona. Por el contrario, en las relaciones donde prima un amor que ha madurado, las parejas necesitan a la otra persona porque la ama.
A medida que las relaciones van avanzando, surgen características de nuestra pareja que antes no nos desagradaban o que incluso nos encantaban; sin embargo, ahora no solo no nos gustan, sino que nos empiezan a molestar. Al principio de las relaciones intentamos agradar en todo momento a la otra persona, dejando incluso nuestros propios deseos en segundo plano.
Quien piense que los defectos que le irritan de la pareja son solo asunto del otro se equivoca. En realidad, siempre han existido comportamientos que nos han molestado de nuestra pareja, aunque no lo expresáramos al inicio de una relación. La idealización de la pareja, unida al deseo de no querer causar conflictos hace que omitiéramos los detalles que nos resultaban molestos o desagradables.
Si todo nos empieza a molestar, puede ser que el cambio esté más en nosotros mismos que en nuestra pareja. Todas las relaciones pasan por diversas etapas, y las situaciones negativas nos llevan a pensar a veces que la relaciones no son como esperábamos.
La falta de comunicación, las discusiones frecuentes, los problemas sexuales y/o afectivos en la pareja crean un caldo de cultivo para que las situaciones que antes nos gustaban ahora nos empiecen a molestar. Para revertir estas situaciones tenemos que tratar de conseguir una mayor aceptación e intimidad con la persona con la que compartimos nuestra vida.
Cuando hay una mayor aceptación, las personas están más dispuestas a realizar los cambios necesarios, adaptarse el uno al otro, comunicarse de una manera más clara y a solucionar los conflictos que aparecen en toda de relación.
Elige a tu pareja con mucho cuidado. De esta decisión dependerá el 90% de toda tu felicidad o tu tristeza; pero después de elegir cuidadosamente, el trabajo apenas empieza.